El abordaje de la hiperhidrosis depende de su afectación a la persona. Así hay varias terapias disponibles:
Antitranspirantes
El tratamiento más utilizado son los antitranspirantes. Estos productos, que podemos encontrar en forma de gel, de roll-on, gel, toallitas, solución, polvos... se basan en sustancias con sales metálicas, sobre todo de aluminio, y a veces de circonio. Se aplican en la zona para reducir la transpiración. Estos productos precisan ser aplicados varias veces por semana, y no se pueden utilizar en todos los casos, ya que si, por ejemplo, la hiperhidrosis se presenta en la cara puede producir una irritación. Y si son zonas más amplias se dificulta su aplicación
Iontoforesis
La iontoforesis es uno de los abordajes más útiles cuando la hiperhidrosis afecta a las palmas de las manos y a las plantas de los pies. “Se introducen las manos y los pies en unas cubetas llenas de agua y conectadas a una corriente eléctrica. A través de unos intercambios de iones suele conseguirse una buena regulación de la sudoración tras varias sesiones”, dice Del Boz. No obstante, esta técnica necesita mantenimiento y, por ello, hay que repetirla cada cierto tiempo para mantener el efecto.
Toxina Botulínica
El uso de la toxina botulínica, o botox, está aprobado para la hiperhidrosis axilar. La duración del efecto es de unos seis meses. Puesto que la infiltración se realiza con agujas puede no ser bien tolerada por algunas personas, aunque por lo general los índices de satisfacción son muy altos entre los pacientes tratados.
Antes de realizar la infiltración con la toxina botulínica y para delimitar correctamente las zonas donde se produce la sudoración se puede realizar el Test de Minor. Según explica Del Boz, esta prueba consiste en pintar la piel con una solución de alcohol yodada y espolvorear en esas áreas almidón de trigo. “En la zona donde se produce la sudoración se experimenta una reacción y el almidón toma un color negruzco. Así podemos delimitar las zonas de sudoración y que se tratarán con la toxina”.
Fármacos anticolinérgicos
Este tipo de medicamentos se utilizan habitualmente para la incontinencia urinaria. Pueden ser especialmente útiles en casos de hiperhidrosis generalizada, multifocal o resistente a otros tratamientos.
Microondas
Para realizar esta técnica se anestesia la zona a tratar y con un sistema de microondas se destruyen de forma selectiva las glándulas sudoríparas. Se usa principalmente en hiperhidrosis axilar. “Parece que su efecto es bastante duradero o incluso permanente. Se suelen realizar dos sesiones”, pero el inconveniente, de momento, es su alto precio.
Cirugía clásica
Esta técnica quirúrgica se denomina simpatectomía. “Se realiza un corte de la vía nerviosa que transmite el impulso de la sudoración desde el cerebro a las glándulas sudoríparas. De esta forma la incisión se realiza a través de las axilas para llegar a la zona del tórax donde se encuentran los ganglios nerviosos simpáticos”, añade Del Boz. Esta cirugía tiene muy buenos resultados en los casos de hiperhidrosis palmar y axilar, pero se trata de una operación con anestesia general y no exenta de riesgos. La realizan los cirujanos cardiotorácicos.
Además, otro de los riesgos de la simpatectomía puede darse al cabo del tiempo con la aparición de la hiperhidrosis compensatoria, es decir, que la sudoración se traslade a otras zonas, como el pecho, los muslos, la ingle, la espalda… “Para muchos pacientes es tan o más incapacitante como la hiperhidrosis que presentaban antes del tratamiento. Es algo a tener muy en cuenta antes de inclinarse por la intervención”, apunta Del Boz.
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