Los pólipos que aparecen en la garganta, también llamados edemas de Reinke o degeneración polipoide, son lesiones inflamatorias que se producen en las cuerdas vocales. Según Pedro Cabrera, presidente de la Comisión de Laringología, Voz, Foniatría y Deglución de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (Seorl-CCC), lo normal es localizarlas en una de ellas, aunque también se dan casos bilaterales. “Se manifiestan con alteraciones en la calidad de la voz y el síntoma principal es la disfonía persistente”, explica.
Para comprender bien cómo surgen estos los pólipos, primero debemos entender qué ocurre en nuestra garganta. Fuentes de la Asociación Española de Logopedia, Foniatría y Audiología e Iberoamericana de Fonoaudiología (Aelfa-IF) aseguran que “la voz es aire sonorizado producido por el aparato fonador y amplificado en los resonadores. El sonido se crea cuando las cuerdas vocales vibran a partir del aire exhalado que pasa a través de ellas. Si las cuerdas vocales se inflaman, desarrollan crecimientos o se paralizan, no funcionarán correctamente y causar un trastorno de la voz o disfonía”.
Estas protuberancias pueden tener distintas formas, y algunas de ellas incluso llegan a ser causadas por el mal uso de la voz. Por lo general, suelen tener la apariencia de una inflamación o de una lesión similar a una ampolla. “Es necesario entender que la disfonía es una alteración de la voz en cualquiera de sus cualidades, principalmente en el timbre. Si la disfonía se produce en la estructura de la laringe o de las cuerdas o pliegues vocales, puede generar nódulos, pólipos, edemas, etc.”, advierten desde Aelfa-IF.
Diferencias entre nódulos y pólipos
Aunque en ocasiones se confunden, un pólipo en las cuerdas vocales no es lo mismo que un nódulo. El portavoz de Seorl-CCC explica la diferencia: “Los pólipos son generalmente lesiones unilaterales, es decir, localizados en una sola cuerda vocal. Presentan mayor tamaño y por su localización y morfología suelen producir síntomas más persistentes”.
Por otra parte, indica que los nódulos son bilaterales. O, lo que es lo mismo, están en ambas cuerdas vocales. “Son lesiones más rígidas, simétricas y generalmente más pequeñas. La disfonía suelen ser leve o incluso imperceptible aunque también se puede presentar con síntomas más severos. Ambas son lesiones benignas”, aclara.
Los portavoces de Aelfa-IF añaden que los pólipos suelen manifestarse con “ronquera, voz entrecortada, dolor que corre de oreja a oreja, sensación de tener algo en la garganta, dolor en el cuello, disminución de la escala tonal y fatiga corporal y de la voz”.
En opinión de Cabrera, los pólipos suelen aparecer en cualquier edad y género. “Dependen más del uso o mal uso de la voz, por lo que es más frecuente en la población en edad laboral en profesiones u oficios que impliquen su empleo de forma exhaustiva, en casos de traumatismos vocales o en situaciones desfavorables como ambientes ruidosos”.
Desde Aelfa apuntan que “parecen ser más frecuentes entre la tercera y la quinta década de la vida y, según algunos autores, constituyen la tumoración benigna más frecuente de la cuerda vocal en adultos”.
Factores de riesgo
Existen diferentes factores de riesgo que favorecen la aparición de un trastorno de la voz. Entre ellos, la mala respiración bucal, un mal uso o abuso de la voz, proceso de envejecimiento, consumo de bebidas alcohólicas, alergias y enfermedad por reflujo gastroesofágico.
También pueden afectar enfermedades como resfriados o infecciones de las vías respiratorias superiores, aclaramiento inadecuado de la garganta durante un largo periodo, carraspeo no productivo, trastornos neurológicos, estrés psicológico, cicatrices causadas por una cirugía o un traumatismo en la zona delantera del cuello, gritar o fumar, entre otros aspectos.
“La causa principal es la inflamación producida por un uso excesivo o bajo condiciones desfavorables de la voz, siguiendo una técnica vocal inadecuada para las exigencias vocales del paciente. Además, inflamaciones producidas por tóxicos como el tabaco aumentan el riesgo de que se produzcan”, indica Pedro Cabrera.
Técnicas de diagnóstico
Ante una disfonía de larga evolución se recomienda acudir al otorrinolaringólogo. Las características percibidas en la voz hacen sospechar algún tipo de lesión en las cuerdas vocales, pero es necesaria la exploración laríngea. Las principales técnicas que se emplean son las de diagnóstico por imagen.
Entre ellas, las más destacadas son la laringoscopia, fibroscopia o nasofibroscopia. El especialista de la Seorl-CCC explica el procedimiento que existe para detectar los pólipos: “Una vez estudiado el caso, solemos realizar una nasolaringoscopia flexible, mediante la introducción de un endoscopio muy fino por vía nasal. Esto nos permite ver las cuerdas vocales durante la fonación e identificar la lesión”.
Y añade: “También se puede realizar una telelaringoscopia rígida, que en este caso se realiza por vía oral, permitiendo ver también las cuerdas vocales en movimiento. Son técnicas diferentes, pero ambas permiten el diagnóstico de dichas lesiones”.
Tratamiento
Según los portavoces de Aelfa-IF, el tratamiento de elección es la fonocirugía. “La intervención se realiza con anestesia general y el paciente intubado. Esta cirugía puede requerir un día de ingreso, o en algunos casos de ninguno, tras el cual el paciente es dado de alta sin más tratamiento que el reposo total de la voz durante al menos cuatro días”.
Sus expertos indican que tras la cirugía es recomendable la reeducación vocal, “debiendo remitir al paciente a rehabilitación logopédica o vocal tras la valoración foniátrica, obteniéndose resultados satisfactorios al cabo de un mes, en la mayoría de los casos”. Algo que también recomienda Pedro Cabrera: “Una vez intervenidos, suelen reaparecer si no se han corregido las causas. Por esa razón, se recomienda con ímpetu la rehabilitación vocal, que se inicia antes de la cirugía y se mantiene después de la misma”.
En este sentido, el cuidado posquirúrgico desde casa es crucial, evitando cualquier factor de riesgo y potenciando ciertos hábitos de protección. “Llevar una alimentación saludable, mantener una adecuada hidratación directa e indirecta, evitar tumbarse después de las comidas y no fumar”, subraya Cabrera.
Juan Ignacio Ocaña, periodista, consejero del Consejo de Administración de Radio Televisión de Madrid (RTVM) y narrador de series documentales, recomienda para cuidarse la voz evitar en la medida de lo posible el consumo de bebidas alcohólicas y la inhalación de humos. También desaconseja hablar en voz muy alta, muy rápido o en susurros para no sufrir lesiones o alteraciones en la laringe.
“Un músculo cansado necesita reposo, por lo que es importante visitar con cierta frecuencia al especialista”, añade Juan Ignacio. La falta de cuidado y de tratamiento tienen como consecuencia directa la persistencia de los síntomas. “Básicamente la disfonía, que llega a fluctuar con intensidad dependiendo del grado de inflamación. Además, al persistir la lesión, y seguir usando una técnica vocal inadecuada, pueden empeorar, aumentar de tamaño y causar lesiones en la otra cuerda vocal, empeorando así los síntomas”, concluye el portavoz de Seorl-CCC.
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